Immunization Issues

Preocupaciones acerca de la seguridad de las vacunas

Updated: Febrero 12, 2009

Debido al éxito de las vacunas que han logrado erradicar o disminuir el número de casos de muchas enfermedades, la gente le ha perdido el miedo a esas enfermedades y se preocupa más por los riesgos de seguridad de las vacunas. Pero estas enfermedades no han desaparecido completamente.

Hace algunas décadas, cuando cada año miles de niños y adultos en los Estados Unidos se enfermaban con viruela, difteria, poliomielitis o sarampión, 1 la gente no se preocupaba mucho por la seguridad de las vacunas. Era más terrible contraer la enfermedad que experimentar un posible efecto secundario por las vacunas. El mismo éxito de las vacunas ha cambiado la situación ahora: la gente no le teme a las enfermedades pero se preocupa más por la seguridad de las vacunas.

Afortunadamente, la mayoría de padres entiende los beneficios de las vacunas. Pero es difícil para algunos apreciar los riesgos que no se pueden ver. Por ejemplo, la mayoría de padres no han visto un niño paralizado por polio, o asfixiándose por la difteria, o con daño cerebral por el sarampión. Por eso es que estas enfermedades no causan el miedo que deberían causar.

También puede ser difícil entender la importancia de nuevas vacunas para enfermedades poco familiares, como la vacuna que previene infección con el virus del papiloma humano (VPH), el cual se transmite sexualmente. Cuando vemos a una niña de 10 años, con su inocencia, es difícil imaginarse que algún día va a ser sexualmente activa, y que si no se vacuna contra el VPH corre el riesgo de desarrollar cáncer cervical décadas después.

Aunque ninguna vacuna es 100% segura, los efectos secundarios graves son muy poco comunes. Sin embargo, ya que muchas vacunas son administradas en los primeros años de vida, y es a esa edad cuando algunos problemas de desarrollo mental se identifican por primera vez, algunos padres piensan que las vacunas tienen la culpa—pero la realidad es que el hecho de que coincidan en tiempo no significa que las vacunas causan los problemas de desarrollo.

Para complicar la situación aún más, los medios de comunicación cuentan historias de padres que creen que sus hijos fueron afectados por una vacuna. Naturalmente, esto asusta a otros padres. Y luego, cuando los padres tratan de encontrar más información en la Internet, lo que encuentran los puede asustar más. Eso es porque aunque mucha de esa información parece razonable, en realidad es información errónea.

Las enfermedades prevenibles por las vacunas no se han ido

Aunque no las vemos muy a menudo,2 estas enfermedades están esperando por una oportunidad para regresar. A excepción de la viruela (para la cual ya no se dan vacunas) las enfermedades prevenibles por las vacunas siguen acá. Por ejemplo, el tétano—el cual no se esparce de persona a persona—vive en la tierra. Siguen habiendo casos de paperas, rubéola (y el síndrome de rubéola congénito). Igualmente, en muchas partes del mundo hay casos de sarampión, que es la enfermedad más contagiosa, y que puede llegar a nosotros en un vuelo internacional con alguien infectado.

Cuando un niño desarrolla una de estas enfermedades, corre todos los riesgos de esa enfermedad: ente una y cuatro por cada mil personas muere por el sarampión, la mitad de personas que contraen tétano mueren, entre una y dos personas por cada cien que contraen polio quedan paralizadas.

Gran parte de la protección que tenemos en nuestro país en contra de estas enfermedades se debe a que hay muchos niños vacunados. El tener muchos niños vacunados protege indirectamente a aquellos que no pueden recibir la vacuna y a aquellos en quienes la vacuna no funcionó (porque ninguna vacuna protege al 100% de personas que la reciben). La protección indirecta ocurre porque los niños susceptibles no son expuestos a los agentes que causan la infección.

Por ejemplo, en el 2008 tres niños de Minnesota que no estaban vacunados desarrollaron una enfermedad invasiva debido a una infección con Haemophilus influenzae, tipo B (Hib). Uno de los niños murió. Otros dos niños que también desarrollaron la enfermedad invasiva por Hib debían haber estado protegidos por la inmunidad de la comunidad, pero no lo estaban—uno era muy joven para ser inmune con la vacuna y el otro tenía una deficiencia inmunológica congénita. 3

Por eso es que debemos continuar vacunando a nuestros hijos, aún si no vemos las enfermedades todo el tiempo. El no vacunarse tiene consecuencias trágicas para el niño, la familia, y para los compañeros y amigos del niño.

Preocupaciones acerca de la seguridad de las vacunas y percepción de riesgo

Ninguna vacuna es 100% efectiva o 100% segura. Como con cualquier otro medicamento, existen riesgos y efectos secundarios, aunque los efectos secundarios son escasos. Sin embargo, hay un estándar de seguridad más alto que se espera de las vacunas que previenen enfermedades que para otras drogas porque por lo general las vacunas se administran a personas que son saludables.

Por ejemplo, la gente es menos tolerable con los riesgos de la vacuna que previene la infección con Hib, que con los antibióticos que se usan para tratar esa infección.

Los estudios demuestran que la gente responde mejor a ciertos tipos de riesgos que a otros. Los riesgos naturales (como las infecciones para las cuales no hay vacunas) son más tolerables que los riesgos creados por el hombre (como los efectos secundarios de las vacunas). Además, los riesgos que afectan a los adultos son más tolerables que los riesgos que afectan a nuestros hijos. Los riesgos para los cuales no se percibe que tienen ningún beneficio son menos tolerables que los riesgos para los cuales la gente entiende que hay un beneficio.

Por ejemplo, ya que el sarampión, las paperas y la rubéola ya no son epidémicas en los Estados Unidos, algunos padres suponen incorrectamente que los riesgos de contraer estas enfermedades son menores que el riesgo de que sus hijos tengan una reacción adversa a la vacuna triple viral. Piensan que no hay un beneficio real en vacunar a sus hijos, y que al contrario, es más riesgoso vacunarlos y que sufran un efecto adverso. Sin embargo, los efectos secundarios graves debido a la vacuna triple viral son muy poco comunes. De otro lado, ha habido casos de sarampión y rubéola importados de otros países y un brote epidémico grande de paperas en el 2006.2 Estas infecciones siguen siendo riesgosas en nuestras comunidades, pues pueden llegar en un avión en cualquier momento.

La percepción de riesgo depende de las experiencias personales y del conocimiento de cada persona. Una persona que haya experimentado una reacción adversa después de vacunarse—o piensa que conoce a alguien que lo experimentó—va a percibir las vacunas como muy riesgosas, a diferencia de alguien que nunca haya tenido esa experiencia. De manera opuesta, alguien que haya sobrevivido una de las enfermedades prevenibles con las vacunas—o un médico que ha tratado esa enfermedad—probablemente va a promover las vacunas.

Falta de Información

A veces la información puede estar disponible pero la gente no lo sabe. Cada familia debe saber de los riesgos que existen si son expuestos a una infección, la importancia de que haya niños vacunados en la comunidad, y los riesgos por complicaciones de cada enfermedad. Sin esta información, las familias pueden creer equivocadamente que están protegidas y que por eso las vacunas no son importantes.

Por ejemplo, muchos no saben que su comunidad corre el riesgo de ser expuesta a enfermedades que podrían ser prevenidas con vacunas. Otros no saben sus hijos se pueden enfermar con estas enfermedades incluso si han recibido la vacuna.

En contraste a la ignorancia, a veces la información que se necesita simplemente no está disponible. Por ejemplo, cuando por primera vez se sugiere que puede haber un problema de seguridad con una vacuna, los científicos necesitan tiempo (algunas veces años de investigación) para obtener los datos necesarios para confirmar o negar la hipótesis.

Tal fue el caso en 1999, cuando alguien sugirió que el componente llamado timerasol, presente en algunas vacunas, podía causar autismo. En el 2001, cuando el Comité de Revisión de Seguridad de las Vacunas del Instituto de Medicina, comenzó a examinar este asunto, había muy poca información disponible acerca de la exposición al timerasol en niños que luego fueron reconocidos como autistas. Por eso, el Comité no pudo negar contundentemente que tal asociación no existía. Sin embargo, para el 2004, había muchos más datos disponibles y el Comité concluyó que no había ninguna asociación entre las vacunas y el autismo.4

Desinformación (información falsa o engañosa)

Una persona ignorante puede, sin quererlo, esparcir desinformación. Pero también hay quienes esparcen desinformación intencionalmente, y que tratan de engañar a otros.

Desafortunadamente, el hecho de que las vacunas son usadas por tanta gente y durante la infancia, las hacen una presa fácil para que la gente les eche la culpa por toda clase de enfermedades graves, en especial aquellas enfermedades que los médicos no comprenden bien. Por supuesto, no todas las veces que hay preocupaciones acerca de la seguridad de las vacunas es por desinformación, pero sí lo es cuando esas preocupaciones persisten a pesar de que toda la evidencia muestra que son falsas.

La desinformación tiende a basarse en historias llenas de emoción sobre cosas malas que le pasaron a ciertos niños y que coincidieron con el momento en que recibieron unas vacunas. La desinformación es a menudo presentada distorsionando o citando fuera de contexto estudios científicos.5

Muchas historias en los medios de comunicación usan reportes fraudulentos y los testimonios de padres enojados para pintar una “controversia” acerca de las vacunas, sin mencionar que la comunidad científica no siente que exista una controversia. Por ejemplo, a pesar de toda la evidencia contundente ahora disponible que permite el rechazo de la hipótesis de que las vacunas causan autismo, hay gente que continúa diciendo que sí lo causan. Aunque estas declaraciones son claramente desinformación pueden seguir siendo descritas en los medios como parte de la “controversia” acerca de las vacunas.

¿Qué pasa si otros niños no están vacunados?

Un niño no vacunado corre el riesgo de contraer una enfermedad que se podría prevenir con una vacuna. Una pareja en Tennessee, confundida acerca de la seguridad de las vacunas por lo que habían leído en Internet, decidieron posponer las vacunaciones para su hija. Poco tiempo después, la bebé sufrió con un tipo de meningitis que se había podido prevenir con una vacuna.6

Además del riesgo personal, un niño no vacunado pone en riesgo a todos los demás niños porque el cuando no se está vacunado tiene más probabilidad de adquirir y de esparcir las enfermedades en la comunidad.789

Esta es la razón por la cual todos los padres deberían preocuparse cuando otros padres no vacunan a sus hijos.

Referencias

  • 1. CDC. (1999). Impact of vaccines universally recommended for children—United States, 1900-1998. MMWR 48(12): 243-8.
  • 2. a. b. CDC. (2007). Table 2. Reported cases of notifiable diseases, United States-2006. MMWR 56(33): 853-63
  • 3. CDC. 2009. Invasive Haemophilus influenzae type b disease in five young children – Minnesota, 2008. MMWR 58(3):58-60.
  • 4. Institute of Medicine. Immunization Safety Review: Vaccines and Autism. Washington, DC: National Academies Press 2004.
  • 5. Wolfe RM, Sharp LK, Lipsky MS (2002). Content and Design Attributes of Antivaccination Web Sites. JAMA, 287:3245-3248.
  • 6. Snyder B. Vaccines’ safety, morality hit home for girl’s parents. The Tennessean, September 17, 2000.
  • 7. Salmon DA, Haber M, Gangarosa EJ, et al. (1999). Health Consequences of Religious and Philosophical Exemptions From Immunization Laws: Individual and Societal Risk of Measles. JAMA 282:47-53.
  • 8. Gangarosa EJ, Galazka AM, Wolfe CR, et al (1998). Impact of anti-vaccine movements on pertussis control: the untold story. Lancet, 351(9099):356-361.
  • 9. CDC. (2006). Mumps outbreak at a summer camp—New York, 2005. MMWR 55(7): 175-7.